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sábado, 30 de mayo de 2009

¿De vuelta al pasado? Vol.I

¿De vuelta al pasado? Vol. I
Por: Don Palabras

En lo que va del presente sexenio, mexicanos y mexicanas hemos visto como el Ejecutivo Federal se ha empeñado en hacer reformas constitucionales, algunas veces con éxito, otras no tanto, a la mayoría del pueblo mexicano estos sucesos le han pasado desapercibidos, o bien solo fueron tema de desayuno, comida o cena. Es acerca de estas reformas y lo que pretenden instrumentar con ellas, el objetivo de esta serie de artículos que espero no sean más de tres entregas.

Recordaran el escándalo que armo el Gobierno mexicano cuando una publicación estadounidense lo tildo de ser un Estado fallido, recordaran como salieron algunos de los funcionarios del más alto escalafón del país, a darse golpes de pecho y alegar que dicho adjetivo era erróneo y que el país tenía gobernabilidad.

No sé si en México tengamos un Estado fallido, no me considero alguien con la suficiente autoridad en el tema, pero es un hecho que representantes populares, elegidos en procesos electorales con una bajísima participación ciudadana, no son muy legítimos, y en ese mismo tenor, instituciones en las que el grueso de la población ya no cree; tampoco lo son (legítimos los gobernantes ni creíbles las instituciones) –según mi forma de ver las cosas-. Entiendo que en un sistema político así son las cosas y como diría Giovanni Sartori: al aceptar vivir en una sociedad políticamente organizada, implícitamente tenemos que aceptar jugar bajo las reglas establecidas, efectivamente habrá más disenso que consenso, pues difícilmente nos pondremos de acuerdo todos.

Bajo esta línea de pensamiento entenderemos, que las instituciones, los partidos políticos, los representantes populares -como el presidente en turno-, si bien no tienen legitimidad, existen, porque así son las reglas del juego, porque hay una estructura que los mantiene, y porque nosotros como población no hacemos nada para removerlos o modificarlos, y si no haces nada por cambiarlas, automáticamente estas consintiendo las existencia de estas figuras, bajo las reglas antes mencionadas, un diputado electo será legitimo así el total de votantes sean veinte y once hayan votado por él, obviamente el abstencionismo y el desinterés ciudadano por la res política le conviene a la partidocracia -el pueblo no se mete y los dejan despacharse con la cuchara grande-, pero un desentendimiento total, es preocupante para los partidos y el gobierno, pues una elección ciudadana donde el abstencionismo es del 60 o 70 por ciento, puede hacer pensar a la gente que tan necesario es mantener un gobierno en el que ya nadie cree o que tan conveniente es seguir militando en un partido que ya no es útil.

Como resultado de esta preocupación vemos campañas electorales interesadas en atraer jóvenes, ancianos, por hacernos sentir que los candidatos más que nuestros representantes –y verdugos- son nuestros amigos, el Ejecutivo ha hecho lo propio al tratar de justificarse y decir que aun tienen razón de ser, para lo cual han ido a picarle la cresta al narco y se han enfrascado en una guerra de baja intensidad que de entrada se ve difícil de ganar. Lo anterior es una jugada por parte de la clase política y burócrata para poder seguir teniendo razón de ser

Pero atrás de este tipo de movidas electoreras y manipuladoras de masas, se esconden objetivos más obscuros y hasta macabros objetivos que no es difícil identificar, solo es cuestión de leer los diarios ver lo que ha pasado en otros países y atar cabos, de dichos asuntos obscuros hablare en la próxima entrega.