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sábado, 18 de septiembre de 2010

La Resaca Bicentenaria

Por: Canek Ballesteros Ávila
Pues bien los festejos bicentenarios terminaron, hoy 17 de septiembre el país amaneció con resaca, en esta ocasión no es una resaca normal, no hay temblorina ni sudor frio, en esta ocasión es una resaca nacional, hoy los malestares son desempleo, inseguridad, pobreza generalizada, desilusión y entre alucinaciones derivadas de la cruda realidad en el horizonte se observa la figura de un dinosaurio que intenta salir del fango al que la historia y el hartazgo de la población (hoy al parecer olvidado) condenaron en el año 2000.
Los días pasados fuimos blanco del bombardeo mediático de medios masivos de comunicación y maquinaria estatal, todo con el afán de enaltecer ese espíritu patriótico muerto la mayor parte del año y que en estos días de borrachera sin sentido parece renacer, el 15 y 16 las masas se agolpaban en el zócalo, paseo de la reforma, palacios municipales y demás sedes de poder de los tres órdenes de gobierno para festejar el bicentenario y el centenario de la independencia y revolución mexicana, en la televisión se nos mostraban espectáculos llenos de “tecnología” y parafernalia, deslumbrantes para al grueso de la población pero vacios y huecos si tomamos en cuenta la realidad por la que atraviesa el país, todo esto me hizo recordar aquella antigua máxima que dice “al pueblo pan y circo” misma que no por vieja deja de ser válida pues en estos momentos más que nunca está vigente, como en toda buena borrachera las penas siguen con nosotros al día siguiente y lo único que hemos obtenido es un bolsillo vacio y este sentimiento de zozobra e incertidumbre al no saber si esta vez conseguiremos sobrevivir a esta tremenda cruda.
Cuando se amanece indispuesto es porque se bebió de mas, por lo regular en el momento cumbre de la borrachera uno se arrepiente y se dice a sí mismo “por que tome tanto”, “tu no entiendes mírate como estas de nuevo”, los más sensatos (que son los menos) optan por dejar de beber con la esperanza de recomponerse y dejar que los efectos del alcohol se disipen, por desgracia una característica del mexicano es nunca saber reconocer cuando es momento de dejar la botella (o cerveza en su defecto), tomamos hasta que acabamos tirados en el arroyo, en la banqueta o donde la embriaguez nos agarre, este es un defecto individual que manifestamos de manera colectiva que como sociedad nos permea; durante más de setenta años nos aferramos al priísmo sin prestar atención a los signos de que una borrachera de proporciones históricas y nacionales se avecinaba, como en toda buena tomadera conforme pasaron las copas, el trago nos supo cada vez más ligero y suave, este momento es peligrosísimo pues somos capaces de tomar alcohol puro u algunas bebidas que estando en sobriedad ni siquiera nos dignaríamos a olisquear.
Entonces le entramos al caballito derecho (o de derecha) dejamos de ponerle ese refresquito que disfrazaba y amainaba ese neoliberalismo y nos generaba la sensación de que lo que tomábamos no era tan fuerte ni embrutecedor, pues bien a estas alturas todo nos importo un bledo ¡que venga el neoliberalismo chinga… así solo y sin refresco! Pobres de nosotros no sabíamos en lo que nos metíamos.
La botella está a punto de terminarse y como somos bebedores voraces sin juicio alguno ya se oyen los malos consejos de los “amigos” pierde almas (esos que dicen ya haberse renovado moralmente) y de el cantinero, que recomiendan ampliamente empezar a ponerle refresco de nuevo al trago solo que esta vez sugieren tomemos de esa nueva presentación que en la tele anuncian cada cinco minutos, esa que viene en una presentación muy mona, elegante, sofisticada y copetona pero que en el fondo es igual de corriente y dañina (si no es que mas) que la anterior, tal vez sea momento de dejar de beber y despejar nuestra conciencia colectiva e individual de tanto alcohol, que ha nada bueno nos ha llevado.
Tenemos que dar un giro a nuestro destino como país, considerar otras opciones, tomar decisiones bien razonadas sin que el influjo del alcohol nos afecte pues nuestro organismo ya está dañado estamos a punto de reventar y no soportaremos otra botella mas, la recuperación no será fácil, tantos años de borrachera nos han dejado demasiados estragos, nos costara trabajo se nos hará difícil pero de no hacerlo podemos colapsar y morir en una congestión etílica nacional.