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viernes, 12 de marzo de 2010

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Resumen Opinión , 12 de marzo de 2010




En este boletín de opinión del 12 de marzo tenemos tres artículos de nuestros colaboradores habituales Jock Ravez, Cesar Suárez y Francisco Torres en torno a tres temas de actualidad: la discusión de las propuestas de reforma política presentadas por el Ejecutivo y el PRI y el PRD; la clasificación de Forbes colocando a Carlos Slim como el hombre más rico del mundo y el inagotable tema de la salianzas y particularmente el pacto secretto –vuelto público por obra y gracia del gobernador Peña Nieto- entre el PRI, el PAN, el gobierno del Estado de México y el gobierno federal a través del siempre oportuno secretario de Gobernación. Este último tema ha sido sin duda el centro de las noticias de esta semana.

Los motivos del lobo
Juan Manuel Ramírez Velasco / @jockravez
Debilitamiento del Ejecutivo
Los últimos años hemos sido testigos del debilitamiento del Poder Ejecutivo Federal frente a los ejecutivos locales (gobernadores de las entidades federativas), así como frente al Poder Legislativo. Esto tal vez se deba, como señalaba Daniel Cosío Villegas, a la falta de un Partido Oficial (prácticamente único), que funcione como brazo fuerte del Presidente de la República; como extensión de éste con influencia en cada rincón del país.
Sin embargo, esta añeja combinación (Presidente-Partido Oficial) se ha trasladado al interior de las entidades federativas, instituyendo cacicazgos, por medio del debilitamiento de los otros partidos, en favor de aquél que postuló al gobernante en turno. Esto, y el factor del poco éxito obtenido en los estados, por parte del partido del Presidente de la República (PAN), han impedido el ejercicio del presidencialismo como lo conocíamos en tiempos del PRI, por parte del actual titular del Ejecutivo Federal.
Puntos que definen a un Ejecutivo fuerte. Contraste con la realidad
Para corroborar lo anterior, basta repasar algunos puntos que definen a un Ejecutivo fuerte -según algunos autores-, y compararlo con la realidad del país:
1) Jefe del Partido Oficial (Arturo González Cosío);
2) Debilitamiento de los caciques locales y regionales (Arturo González Cosío);
3) Jefe de la clase política (Manuel Camacho);
4) Ser el vértice de la transmisión del poder (Manuel Camacho); que en combinación con un Partido Oficial, con mayoría en las Cámaras Legislativas, deriva, entre otras cosas, en un debilitamiento del Poder Legislativo (Jorge Carpizo); y,
5) La fuerte influencia en la opinión pública a través de los controles y facultades que tiene respecto a los medios masivos de comunicación (Jorge Carpizo).
 Elementos que impiden un Ejecutivo fuerte en este momento:
Siguiendo la lógica de lo anterior, son tres los elementos que impiden un Ejecutivo fuerte en este momento:
1) Falta de injerencia del partido del Presidente de la República (PAN) en las entidades federativas, resultado del escaso éxito electoral, impedimento para convertirse en Partido Oficial;
2) Poder de los gobernadores al interior de las entidades federativas (principalmente los priístas). Esta especie de caciquismo, debilita la injerencia del Ejecutivo Federal en los estados, lo que, sin duda alguna, representa una vuelta al periodo pre-PNR;
3) Una tendencia por parte de otros Poderes de la Unión (Judicial, y Legislativo), para debilitar al Ejecutivo:
La resolución de la SCJN de anlar el artículo XVIII del Reglamento Interior de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) que le otorga facultades al titular del ramo para otorgar concesiones y permisos en materia de radiodifusión.
Las propuestas de Reforma Política por parte de los partidos de oposición (DIA y PRI), donde se nota una clara tendencia de reducir las atribuciones del Ejecutivo Federal, y, en contraste, aumentar el poder del Congreso.
Este panorama permite entender las razones, o motivos, por las cuales Felipe Calderón ha propuesto un decálogo con elementos con los que intenta fortalecer al Poder Ejecutivo Federal, con uno que otro "caramelo" para el Legislativo (reelección), y la ciudadanía (candidaturas independientes).
Sin embargo, y a pesar del intento claramente fallido por parte del Presidente, la tendencia es otra; basta revisar las propuestas de Reforma Política de los partidos de oposición, para dibujar el panorama adverso que se puede presentar al Poder Ejecutivo. Habrá que estar pendientes de lo que sucede…

Cómo  llegar a ser el hombre más rico del mundo?
César Suárez Ortiz
El artículo 28° Constitucional establece en su primer párrafo que en los Estados Unidos Mexicanos quedan prohibidos los monopolios. También se menciona que el Estado será el encargado de vigilar que estas actividades económicas no se lleven a cabo, a favor de la libre competencia y la posibilidad a que todos los mexicanos tengan la posibilidad de invertir en el negocio que les plazca.
El día de ayer la revista Forbes, encargada de nombrar a las personas más ricas del planeta, informó que Carlos Slim es la persona con más dinero en el planeta con una fortuna de 53 mil 500 millones de de dólares. Una de las empresas que más ha ayudado al empresario de origen libanés a generar tal fortuna es Teléfonos de México (Telmex), la cual siendo una empresa de origen Estatal fue vendida en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari con el argumento de que dicha empresa era inoperante. Ya nos dimos cuenta de todo lo contrario. Hay que mencionar que esta empresa de Carlos Slim ha generado un mercado que puede denominarse monopólico, ya que a pesar de que ya se cuentan con diversas empresas privadas que proveen al usuario diversos servicios de telefonía, Telmex cubre la mayoría del mercado.
De acuerdo a esto último, se podría decir que el Estado mexicano ha deformado al artículo 28° Constitucional, manejándolo a manera que Carlos Slim pueda generar grandes cantidades de dinero. Para el jurista italiano Luigi Ferrajoli todo estado que se denomine democrático debe de  llevar a cabo los derechos fundamentales de las personas dictadas por la constitución, y que estos derechos deben de llevarse a cabo por medio de garantías que permitan su cumplimiento. Sin embargo en el caso mexicano pareciera ser que el derecho fundamental de libertad queda excluido del quehacer del gobierno de nuestro país, ya que con un cuasi-monopolio dentro del mercado de la telecomunicación es casi imposible para cualquier persona poder competir con la gran empresa del empresario mexicano.
Además las supuestas garantías que deberían existir no cumplen con su carácter de validez, e inclusive las garantías se han modificado de acuerdo a las necesidades de Telmex. De acuerdo con Ferrajoli podríamos decir que el Estado mexicano no podría tomarse como un Estado de Derecho e inclusive quitarle el adjetivo a nuestra democracia de sustancial, (que en este caso sería respetar los derechos fundamentales de las personas).
Forbes puede ser utilizado como una variable que nos muestra el tipo de gobierno que tenemos en nuestro país. Uno que se encarga de infringir las normas supremas establecidas en nuestra constitución y que es la fuente de origen del mismo gobierno mexicano. Además muestra su carácter oligárquico al ayudar a una minoría que lo único que ha hecho es concentrar el dinero en sus manos por medio de la violación de los derechos fundamentales de la sociedad mexicana.

Las alianzas
Francisco Torres
El tema de debate desde hace algunos días, son las alianzas entre los partidos de izquierda agrupados en el DIA  y la derecha representada por el PAN.
Estas alianzas ha sido recibidas de manera distinta por los diferentes sectores de la sociedad políticamente preocupada o interesada, caso curioso el del sector en determinado momento llamado centro representado por el PRI quien ha  tomado una postura de rechazo y descalificación total a estas alianzas acusándolas de “antinaturales”, aberraciones trampas y cuanto descalificativo se les ocurre.
El comportamiento del Revolucionario institucional deja mucho que desear  a partir de una discusión llevada a cabo hace unos días en la Cámara de Diputados.  en la que los representantes de esta fracción parlamentaria demostraron su calidad de debate y discusión ofreciéndonos una demostración de un léxico florido y muy amplio acompañado de amenazas gesticulaciones y ademanes sexistas,  definitivamente representativo  de lo que es este partido y  que no deja duda alguna de que el más preocupado por las alianzas es el PRI.
El argumento que sustenta  que las alianzas son antinaturales, deja muchas lagunas en si mismo, pues ¿quien define que es lo natural?, o ¿que se entiende por natural? En este momento solo recuerdo una definición de lo natural ofrecida por el magonismo, la cual sostiene que el argumento de lo “natural” es uno de los pilares fundamentales de la desigualdad, pues gracias a éste, determinado grupo puede legitimar la   inequidad entre los individuos pues seria “natural”.
Siguiendo esta lógica para los priistas lo natural seria que ellos terminaran aplastando a toda oposición  y así regresar al régimen opresivo autoritario y retrógrada que representa el PRI.
Yo no creo que las alianzas sean antinaturales, sino todo lo contario, pues según Joaquín Estefanía, “quien quiere hacer política debe de adaptarse a la regla principal de la democracia, la de moderar los tonos cuando ello es necesario para lograr un buen fin” y en este caso el buen fin es evitar regresar a un régimen poco democrático y autoritario.

Los tontos son otros
Gustavo Gordillo
La democracia es tonta por no aprovechar talentos políticos, dice el titular de la Secretaría de Educación, Alonso Lujambio. A reserva de reflexionar más y en otra ocasión sobre los talentos políticos desperdiciados, ¡vaya manera de apoyar al presidente Calderón en su iniciativa de reforma política!
Pero si se trata de apoyos, el tema crucial del momento ha sido el acuerdo escrito –para evitar una coalición opositora en el estado de México– entre los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN) y los gobiernos federal y estatal representados por sus respectivos secretarios de Gobernación. No deja de ser paradójico que quienes llamaron contranatura a las alianzas electorales entre el Diálogo para la Reconstrucción de México (DIA) y el PAN, anunciadas y formadas a la luz pública con propósitos explícitos y conducentes a la alternancia democrática, se vean envueltos ellos sí en acuerdos en lo oscurito que con mayor propiedad podrían ser llamados antinatura. Este acuerdo implica el intercambio de apoyos legislativos del PRI a iniciativas presidenciales a cambio de la inactividad partidista del PAN para evitar poner en peligro la hegemonía tricolor en el estado de México.
Llaman la atención tres hechos. Uno: el ejercicio del chantaje político como forma de acceder al poder que ha exhibido la cúpula priísta. Dos: el cortoplacismo en el que se ha colocado el gobierno federal, al acceder con total inocencia a un acuerdo que de haberse llevado a cabo implicaba resolver un problema presupuestal a cambio de prácticamente entregar el poder en un estado crucial para el futuro del país. Y tercero: el enorme desprecio a los intereses de la ciudadanía mostrado por un sector importante de la clase política. Miren que intercambiar cacicazgo político a cambio de aumentar los impuestos. ¡Qué vergüenza!
Por otra parte las iniciativas de reforma política presentadas por el PRI y el Partido de la Revolución Democrática en respuesta al enviado por el presidente Calderón expresan las distintas dinámicas excluyentes que han llevado hasta el momento a la parálisis política. El mensaje central de las fuerzas políticas es que las grandes reformas –en función de las distintas visiones que las animan– aguardan una mayoría monocolor.
Estos acontecimientos me recuerdan las novelas de Leonardo Sciascia, el biógrafo no sólo del poder mafioso italiano, sino del poder tout court. De su obra resalta El caso Aldo Moro, un análisis a partir de fuentes documentales de la dinámica que llevó al principal político italiano de los años 70 del siglo pasado, Moro, de la convocatoria a un compromiso histórico entre la Democracia Cristiana y el Partido Comunista, a su secuestro por parte de un grupo terrorista, a la actitud indolente y finalmente cómplice de la cúpula democristiana.
Todo Modo, novela clave de este autor siciliano, se desarrolla en un monasterio convertido en hotel administrado por el padre Gaetano, quien dirige una serie de retiros espirituales a los que asiste un buen número de políticos, empresarios, comunicólogos y administradores públicos. La clave de la novela está en el comienzo, cuando el pintor agnóstico cronista de esta novela compara el universo kantiano, "“una cadena de causalidades suspendidas de un acto de libertad”", con el universo pirandelliano, "“una diuturna esclavitud en un mundo sin música, suspendido de una infinita posibilidad: la intacta y apacible música del hombre solo”". La trama transcurre en medio de tres asesinatos. Pero la discusión más profunda, después de un diálogo entre el comisario que investiga los crímenes y el pintor, es resultado de su propio soliloquio: "“eran muchas las cosas que había perdido de vista, los cambios de los que no me había dado cuenta. Y no sólo yo: toda la gente que encontraba cada día se hallaba en idéntica condición: ministros, diputados, profesores, artistas, financieros, industriales: lo que suele llamarse la clase dirigente. ¿Y qué dirigía en realidad? Una telaraña en el vacío, la propia y frágil telaraña, aunque sus hilos fueran de oro”".
http://gustavogordillo.blogspot.com/ - http://twitter.com/gusto47

Decadencia
Adolfo Sánchez Rebolledo
El increíble enredo en el que se han visto involucrados el secretario de Gobernación, el presidente del PAN, el gobernador del estado de México y la presidenta del PRI sería ridículo si no fuera porque desnuda la miseria real, concreta, intransferible de los políticos bajo cuya responsabilidad actúan los partidos nacionales, considerados en la ley como entidades de interés público”. Ni la huera autodefensa de Beatriz Paredes en la tribuna; ni la exigua, tardía y pedestre autocrítica de César Nava, el burlador burlado; ni las expresiones caballerescas que marcan el tono peculiar del cantinflismo gomezmontiano, acallan la sensación de que estamos ante la representación plástica, en vivo y directo, del final moral (pero también operativo) del grupo dirigente en el poder.

No entraré en los jugosos detalles de un escándalo que no deja títere con cabeza, pues, a querer o no, perjudica en grado superlativo al Presidente, pero también a los demás partidos que denuncian la injustificable coalición antidemocrática impulsada por Peña Nieto con la venia del gobierno federal y, al mismo tiempo, se rinden al cálculo de las alianzas sin principios con aquellos que desde el comienzo quisieron “ahogarlos en la cuna”, antes de competir siquiera.
No deja de tener cierto simbolismo que a la hora de comenzar la discusión en torno a la reforma política, los jefes de los dos mayores partidos nacionales se encierren a decidir sin testigos incómodos, sin la vigilancia de la ciudadanía o la de sus propios órganos directivos, el destino de los impuestos y las alianzas electorales, temas cruciales para aclarar la empantanada agenda nacional. Pero ésa es la realidad que define el autoritarismo, aunque Gómez Mont edulcore lo sucedido hablando de “espacios honorables” y “acuerdos honrados” para evitarle futuras molestias a Peña Nieto, hombre fuerte de la Gran Coalición que, en definitiva, ha gobernado al país durante los últimos tiempos y ya, a estas alturas, no puede negar el alcance de sus compromisos.
Qué increíble democracia es ésta donde la bancada del partido oficial se entera por la prensa de los acuerdos con la oposición y donde se especula sobre si el Presidente estaba o no informado de las negociaciones, como si, en efecto, a la crisis institucional  sucediera un estado de peligrosa anarquía que ya muy pocos identifican con la “normalidad” del juego que algunos aún nombran “democracia”.
En fin. Estamos ante la decadencia de una forma de hacer política que ha sobrevivido al régimen que la engendró. Lo increíble es que los encargados de resucitarla en parte vengan, justamente, de la oposición histórica y, por tanto, de una generación que nació a la vida pública educada en la fobia al PRI, a sus métodos y rutinas.
Los jóvenes políticos panistas involucrados en este penoso affaire ya se olvidaron por completo de las ilusiones doctrinarias que los guiaron a la militancia (desde la derecha) y ahora se esfuerzan en ser y parecer dueños del oficio que antes detestaban, en figurar como los primeros expertos en el arte del oportunismo que no hace más de una década decían repudiar. Se dirá que no hay nada nuevo, pues el PAN descubrió ese camino con Salinas y al parecer se siente satisfecho con dos sexenios de alternancia, pero éste, abandonado a sus propias fuerzas, no puede solo y depende, le guste o no,  de los reflejos más rápidos de sus aliados que quieren volver a la posición dominante. ¿Quién iba a decir que el PRIAN, más que la caricatura inventada por sus detractores, sería la puesta en escena del ideal soñado por la política cupular y los intereses fácticos, aceitado por el declive de toda aspiración ética superior?
Es probable que una vez apagado el ruido mediático de las declaraciones, el asunto quede archivado, tal vez hasta que se vean cómo funcionan las alianzas en los comicios venideros. Pero una cosa resalta y se suma al arcón de las decepciones nacionales: los partidos, imprescindibles para la construcción de un régimen democrático, viven de la pelea pasada, son el legado de la larga marcha hacia la transición que la defensa de los grandes intereses convirtió en la odisea del  gradualismo con su estela de conservadurismo.
El malestar que no siempre por las buenas razones se esgrime contra la clase política, sin distinciones, en parte tiene que ver con el inmovilismo y la voracidad –el hambre de cargos y recursos– que hizo crecer a los partidos, desarrollarse bajo la mirada complaciente del Estado y con la comprobación de que éstos no quieren cambiar, ajustarse a las necesidades de una sociedad en continua transformación. Pero el ciclo ha terminado y no hay esperanza de que las cosas vuelvan atrás. Se plantean grandes cambios, pero, ¿qué reforma puede esperarse de quienes han sido incapaces de impulsar su propia renovación? ¿Por qué habríamos de esperar la afirmación de nuevos valores democráticos allí donde cuatro personas con poder pueden decidir por sí mismos, conforme a su intereses y responsabilidades qué le conviene al país? ¿Son los partidos irreformables?

http://www.jornada.unam.mx/2010/03/11/index.php?section=opinion&article=017a1pol

Contemporáneos de sí mismos
Jesús Silva-Herzog Márquez
La retórica del PRI forma parte del patrimonio cultural intangible de la nacionalidad. Como los voladores de Papantla, merece protección de la Unesco o, por lo menos, del INAH. Si no hacemos algo para cuidar ese discurso que hasta ahora ha logrado ser hermético a los tiempos, dentro de unos años nadie nos creerá que así podía hablar alguien a principios del siglo XXI. Cuando se escucha a Beatriz Paredes hablar con vehemencia ante los suyos uno se pregunta dónde se maquilan esas frases. ¿En qué expendio se distribuyen sus parrafadas impetuosas? ¿Venden aún las papelerías esas estampitas de historia mexicana? ¿Se pueden comprar ahí monografías sobre la sufrida y heroica lucha de los dirigentes de la CTM contra los villanos de la derecha? No digo que la oratoria mexicana brille por sus luces, ni que sea efervescencia de ideas flamantes. Pero, aun en la nata de nuestra discusión pública, la retórica de la presidenta del PRI es un ramalazo de antigüedad. Tono, ideas, propósito: la altiva reivindicación del arcaísmo.
Me gustó mucho su discurso reciente ante los dirigentes de la CTM. Se trataba de la inauguración de su congreso nacional y había que trasmitir un mensaje a los representantes de la clase obrera para ratificar con toda solemnidad la alianza histórica del PRI con la CTM. Los periodistas, criticones y superficiales como son, se entretuvieron en los coches que llevaban a los experimentados líderes a su convención, sin reparar en las contribuciones de los protectores del proletariado organizado a la historia moderna de México. La magnífica flotilla de los dirigentes impidió también que atendiéramos con el interés debido las palabras de la dirigente del PRI. Su discurso es de los de guardar. Se los recomiendo. Los tiempos de la república, advirtió Paredes, son oscuros y es necesario cerrar filas contra la reacción. El tono, a pesar de ello, fue optimista: los incompetentes que tanto daño nos han hecho remando en contra de nuestra historia van de salida. Falta poco para que los pongamos en su lugar.
La frescura en las frases de la dirigente priista se adaptó bien a la mocedad del público asistente. Los octogenarios se habrán sentido en casa, acompañados de una música propia: la de su tiempo. Los priistas son contemporáneos de sí mismos. La dirigente del PRI reivindicó, como le gusta, la dimensión épica de la historia y los deberes que los habitantes del presente tenemos frente a nuestros muertitos. Piensa que la historia nos compromete, que el pasado nos vigila para exigirnos todo el tiempo pruebas de fidelidad. Está convencida de que la política alcanza dignidad si se entrega al cuidado del pasado. Y piensa también -cosa curiosa- que esa filosofía no es propia de un conservador de once letras. La plantilla de su memoria es fija y le permite interpretar los más diversos fenómenos bajo la misma óptica. Las hazañas de los grandes mexicanos cambiaron nuestra historia; nos toca reverenciarlos y cuidar su legado. Si Lázaro Cárdenas tomó una decisión histórica; toca al presente mantenerla con orgullo e impedir cualquier alteración. Nada de manosear los símbolos patrios. Si don Fidel Velázquez se entregó desde muy joven a la causa de los trabajadores, debemos rendirle tributo impidiendo el cambio de la legislación laboral. ¡No pasarán!
La tesis de su discurso ante los dirigentes de la gran central obrera es bonita: gracias a la organización del proletariado y su pacto histórico con el partido de la Revolución, México conquistó una ley que no debe alterarse. Tiene sentido: si los trabajadores lograron unirse para defender sus intereses de clase y lograron redactar una ley bienhechora, no puede aceptarse que los de la derecha la tiren a la basura. A la constelación de talentos de la CTM debemos una conquista-irrenunciable. Esto dijo Paredes: "Dirigentes sindicales, diputados y senadores obreros e intelectuales al servicio del proletariado, contribuyeron de manera determinante en todo el proceso político, social y legislativo que culminó con la promulgación de la legislación laboral vigente". Lo importante es que esa normativa que hoy rige no es pura ley, no es un acuerdo ordinario para normar las relaciones de trabajo: ¡es La Historia! Creo que esta es la línea que más me gusta del discurso de doña Beatriz: "en cada artículo de la Ley Federal del Trabajo se encuentran concentrados la historia y el presente de muchas de las luchas que dieron los trabajadores de México". ¿Quién que no sea un maldito reaccionario, puede ir en contra de la historia? Sólo los malnacidos de la derecha pueden ser tan desleales.

¡Viva la CTM!
¡Viva el PRI!
¡Viva Beatriz Paredes!
La babelización de México
Leonardo Curzio
El barómetro del ambiente político indica desencanto. No es ésta una postura retórica, como aquellas de los ciudadanos impecables que lanzan puyas desde su torre de marfil; es una constatación deprimente de los datos que arrojan las encuestas más recientes. Veamos algunas. Según Consulta Mitofsky, ocho de cada diez ciudadanos consideran que la situación política está peor que hace un año. El menú de este inicio de año está conformado por reforma política de entrada, ambigüedad priísta de plato fuerte y alianzas estrambóticas de postre, y esa propuesta temática no deja satisfecho al respetable. A esto hay que agregar que, según mediciones de María de las Heras, la inmensa mayoría, esto es 90% de los ciudadanos, no tiene una idea clara de lo que implica la reforma del Estado. Una reforma que, en principio, aspira a dar más poder a los ciudadanos es ignorada o incomprendida por la mayoría. Cualquier gobierno o grupo parlamentario con una mínima disposición a ver lo que ocurre fuera de sus circuitos, debería ponderar ese dato y repensar su estrategia de comunicación. A la reforma sólo parece entenderla una franja mínima y es que en esencia carece de un propósito movilizador que entusiasme. Personalmente no me parece mal en por lo menos tres puntos y mucho menos percibo ese tufillo autoritario que algunos observadores han señalado, pero no he sentido, ni siento, ninguna necesidad de defenderla.
Si a este escenario de confusión y desencanto agregamos que 87% de los mexicanos considera que la situación económica es ahora peor que en el 2009 y que el desempleo se ubica como la primera de las preocupaciones nacionales (en el DF sigue siendo la inseguridad), tenemos el cuadro completo de nuestra torre de Babel. Debo decir que no es éste un asunto trivial. Las democracias modernas son en esencia deliberativas, es decir, suponen la construcción de un espacio público en el cual se valoran las diferentes opciones que una sociedad tiene disponibles para resolver sus problemas. La precondición para que exista esa deliberación es de doble entrada. La primera es que una proporción representativa de los ciudadanos tenga información básica para participar con criterio propio y la segunda es que los temas que se discutan resulten relevantes para los gobernados. Si tenemos una debilidad en la cultura política de los ciudadanos tenemos una ciudadanía de baja intensidad y por lo tanto proclive a definir sus posiciones por campañas publicitarias efectistas o directamente a ser comprada o apabullada por mecanismos de coerción. Pero si tenemos una confusión en las prioridades, cada quien discute lo que le da la gana y con los acentos y matices que le apetezca, nos enfrentamos entonces a una babelización del debate político. Esta incomprensión generalizada se erige como un obstáculo de primer orden para la gobernabilidad de un país, ya que provoca un desajuste cada vez más evidente entre las preocupaciones de la gente y el debate de los políticos profesionales.
No pretendo, ni por asomo, que los jóvenes en las universidades tengan acaloradas discusiones sobre la segunda vuelta, que sigo sin ver a quién le interesa. Tampoco creo que sea esperable que en el Metro se polemice sobre la reconducción presupuestal, pero lo que me parece básico es que aquello que se propone en la agenda de discusión pública tenga alguna conexión con lo que a la gente le preocupa. No me extraña que ante esta sordera institucional, los números de todas las encuestas indiquen que el aprecio por todos los gobernantes, como lo prueban las encuestas de EL UNIVERSAL sobre el desempeño de Calderón y el de Ebrard, tengan una tendencia decreciente
http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/47600.html

Revelaciones del pacto secreto
Manuel Camacho Solís
La información sobre el pacto secreto fue presentada en el influyente programa noticioso de Joaquín López Dóriga como una narración sobre verdades y mentiras: César Nava mintió pues terminó reconociendo la existencia del pacto que antes había negado, Enrique Peña Nieto fue el primero en reconocerlo en el programa de Adela Micha, Fernando Gómez Mont mostró que había sido congruente al renunciar al PAN con tal de cumplir su palabra, y en menor medida Beatriz Paredes también faltó a la verdad al no aceptar su existencia. Esa interpretación de los hechos dominó en amplios espacios de la prensa y la radio. El pacto secreto, sin embargo, contiene otras revelaciones de mayor calado político.
El pacto secreto pondrá en serios apuros a los funcionarios firmantes. El secretario de Gobernación, el secretario de Gobierno y el gobernador del estado de México han incurrido en una clara violación de la ley. Ese hecho colocará a los consejeros del IFE, y en su caso a los magistrados del Tribunal Electoral, en la necesidad de mostrar su autonomía o desde ahora poner en riesgo la confianza en las autoridades que organizarán y sancionarán las próximas elecciones presidenciales.
Esas firmas vienen a evidenciar que se ha venido gestando un retroceso democrático. Las reformas electorales de 1994-1996 fueron para impedir que el gobierno interviniera en las elecciones. Eso se había logrado. Así fue posible llevar a cabo unas elecciones ejemplares en 2000, con un IFE que se prestigió y validó las reformas. Ahora, pareciera que eso ya no importa, cuando fue el objeto mismo de la reforma. ¿Tiene sentido debatir sobre el sí, o el no, a una nueva arquitectura institucional, cuando los cimientos están rotos?
El pacto pone en evidencia la primacía de la ortodoxia económica. Con tal de tapar un agujero fiscal se llegó al punto de conceder desde ese momento la victoria del “opositor” nacional, en el estado con mayor peso y el que determinaría el desenlace de la elección presidencial.
El pacto demuestra que ha habido y persiste un ejercicio político excluyente contra la izquierda. La alianza real, desde la reforma de 1989, fue para evitar que la izquierda pudiera llegar a ser gobierno. Ese diseño de entonces es ratificado en el pacto secreto.
Lo que se pretendió intercambiar en el pacto no es poca cosa: poner un pie en Los Pinos a cambio de impuestos adicionales al consumo. El otro pacto, el no firmado pero ya reconocido, el de Oaxaca, es aún más grave. No alianza con la izquierda, para que ganara el PRI y de esa manera no hubiera revisión de las violaciones de derechos humanos que la Suprema Corte de Justicia ya confirmó.
Los pactos antidemocráticos ya hicieron agua. La reunificación de la izquierda, el resbalón del PRI y el instinto de supervivencia del PAN les pusieron un límite. Ahora toca al gobierno, los partidos, el Congreso y las instituciones electorales aprovechar esta crisis para asegurar la debida autonomía y legalidad sobre la que descansa la confianza ciudadana.
Coordinador del diálogo para la reconstrucción
http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/47604.html

La generación de la desfachatez
John M Ackerman
Durante el autoritarismo del régimen del partido de Estado, los ciudadanos ocasionalmente llegábamos a atestiguar la renuncia de uno que otro funcionario responsable de abusos de autoridad o actos de corrupción. Hoy ni siquiera estas victorias pírricas nos son permitidas. Aun cuando existe evidencia contundente de actos ilícitos o irregulares, los gobernadores o secretarios involucrados simplemente se niegan a dar la cara y continúan en el cargo como si nada hubiera ocurrido.
Mario Marín, Ulises Ruiz, Enrique Peña Nieto, Eduardo Bours, Juan Camilo Mouriño, Javier Lozano, Genaro García Luna, Fernando Gómez Mont y Juan Molinar Horcasitas son ejemplos conspicuos de esta nueva “generación de la desfachatez”, que sin duda ha hecho más daño al país que la imaginaria “generación del no”. Constituye una vergüenza internacional el hecho de que nadie ha tenido el valor de afrontar su responsabilidad por la muerte de los niños de Hermosillo, el asesinato de jóvenes y mujeres en Ciudad Juárez, el abuso contra los campesinos en San Salvador Atenco, la inundación con aguas negras en Chalco, la muerte de los mineros en Pasta de Conchos y tantas otras tragedias y abiertas corruptelas que han venido caracterizando el escenario nacional en los años recientes. La señora impunidad reina rebosante en el México de la alternancia.
No se trata, desde luego, de retornar a la época de la escenografía de las renuncias vacías. En el pasado, las dimisiones de los funcionarios no implicaban que enfrentaran sus responsabilidades penales o administrativas. Muchas veces la separación del cargo ni siquiera afectaba negativamente su carrera política, sino que implicaba el inicio de una nueva etapa de mayor presencia pública. Con las renuncias también se protegía al Presidente de la República de tener que exponerse ante el juicio ciudadano. Se ofrecían las cabezas de unos cuantos “chivos expiatorios” a cambio de la continuidad del sistema imperante.
Hoy habría que encontrar vías más efectivas y auténticas para llamar a cuentas a los altos funcionarios públicos. Las propuestas de Felipe Calderón (relección de legisladores y alcaldes, candidaturas independientes y segunda vuelta) definitivamente no atacan de raíz la grave crisis que se vive en la materia.
Afortunadamente, las iniciativas del Dia (Partido de la Revolución Democrática, Partido del Trabajo y Convergencia) y de los senadores del Partido Revolucionario Institucional (PRI) sí incluyen algunas propuestas que caminan en el sentido correcto. Una de las más importantes, compartidas por ambas iniciativas, es la dotación de autonomía plena al Ministerio Público.
Ya es hora de combatir la ineficacia y el burdo manejo político de esta institución. La iniciativa del Dia es particularmente contundente al respecto: “El Ministerio Público, tal como se encuentra constituido en la actualidad, ha sido rebasado no solamente por el cada vez más grande fenómeno delincuencial, sino también por los profundos y arraigados vicios que le aquejan, tales como la excesiva burocratización, la falta de agilidad en la tramitación de averiguaciones previas, la falta de capacitación de sus agentes, la violación sistemática de los derechos humanos, así como la infiltración de grupos criminales”.
http://www.jornada.unam.mx/2010/03/08/index.php?section=opinion&article=022a1pol

Expedientes abiertos
Roberto Rock
 Sólo los novatos se pueden distraer mucho tiempo con los malabares del dirigente panista César Nava para ocultar la existencia de un documento firmado a instancias del gobernador mexiquense, Enrique Peña Nieto, para proteger la elección del próximo año en su estado, de cuyos resultados dependerá en buena medida que permanezca como aspirante casi único a la candidatura presidencial de su partido, el Revolucionario Institucional.
La existencia de ese acuerdo, conocida desde hace más de 15 días —cosa de revisar la entrevista radiofónica de Joaquín López Dóriga a Beatriz Paredes— fue reventada por las presiones al interior del propio Institucional, notablemente protagonizadas entre el bloque Peña Nieto-Paredes y el que integran Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa.
El cambio de estrategia de los panistas obedece a una nueva lectura de lo que pasa al interior del PRI. Y al cálculo de que Acción Nacional puede resultar con menos manchas al cruzar por el pantano que domina nuevamente nuestra política.
Es esta tensión en el Institucional la que bloquea hasta ahora el arribo de Gamboa Patrón a la dirigencia del sector popular del PRI, la CNOP, desde donde brincaría a la coordinación de la campaña de Peña Nieto en pos de Los Pinos. Muchas piedras agitan ya el cauce de ese río. Entre ellas, la existencia en tal documento de la firma del secretario general de Gobierno, Luis Enrique Miranda, aspirante al relevo mexiquense y personaje cercano al ex gobernador Arturo Montiel.
El PAN atribuye al PRI en el Senado la ruptura de este acuerdo, debido a que el Institucional no aprobó en la Cámara alta la ley fiscal propuesta por el presidente Calderón. En sentido formal así ocurrió, aunque no si se interpretan los hechos políticos. Beltrones quiso dar cuenta de su deslinde no sólo ante al aumento del IVA, sino del referido pacto. Sin embargo, dispuso lo necesario para que un reducido número de senadores del tricolor garantizaran la existencia de quórum en la sesión respectiva, aunque luego se abstuvieran en la votación, que sacaron adelante PAN y el Partido Verde.
Este último fungiendo como la mano de gato que extrae las castañas del fuego.
El principal escenario de esta pugna es entonces el Congreso. El diputado priísta mexiquense Emilio Chuayffet, fue usado para frenar a Beltrones como voz válida del PRI en la negociación de la reforma política. El coordinador de la bancada tricolor, Francisco Rojas, se tambalea sobre su silla gracias a errores propios, pero en especial al golpeteo decretado por el ala más porril de la fracción, especialmente la ligada a Oaxaca.
Las comisiones de Diputados, que en su totalidad cuentan con una proporción mayoritaria o muy significativa de priístas, reportan en su totalidad estancamiento absoluto, por consigna del equipo cercano a Paredes, cuyos operadores como Sebastián Lerdo de Tejada o Luis Videgaray, imponen un pasmo total, lo que les permite también enfrentar las evidencias de que las alianzas electorales del PAN y del PRD están atrayendo igualmente coincidencias en el ámbito legislativo.
http://www2.eluniversal.com.mx/pls/impreso/version_imprimir.html?id_nota=82794&tabla=columnas

Feria de falsedades
Agustín Basave
¿Es válido negociar un acuerdo por el cual un partido ofrezca no formar alianzas y otro se comprometa a aprobar un incremento de impuestos? La convicción de la mayoría es que no se vale bolsear así a la gente. ¿Es inteligente? Tampoco, las probabilidades de que se incumpla, se sepa lo ocurrido y se genere descrédito son muy altas.
Hay momentos en que la política exige discreción. Algunas negociaciones no pueden, en aras de la eficacia, difundirse antes de ser concretadas. Pero eso no quiere decir que sea válido negociar cualquier cosa, o que no deba haber límites éticos en el quid pro quo de la cosa pública. Es falso que en el amor y en la lucha por el poder todo se valga. ¿Cuál es el criterio para distinguir lo que se vale de lo que no se vale? Yo tengo una regla muy sencilla: es legítimo a priori todo aquello que pueda ser revelado a posteriori sin dañar la relación. Es decir, en el cortejo de la pareja y del electorado, sólo ha de hacerse lo que pueda confesarse sin provocar una ruptura. Es la regla del ocultamiento inofensivo o de la sinceridad pospuesta.
El escándalo de los pactos entre el Partido Acción Nacional y el Partido Revolucionario Institucional es otra cosa. Es una tragicomedia que pone en ridículo a la política mexicana y exhibe a una partidocracia no sólo mentirosa sino, sobre todo, hipócrita. Y es que una cosa es ocultar algo y otra es negarlo con un talante de respetabilidad imperturbable. Cuando una negociación secreta es descubierta, cuando los medios confrontan a los actores (nunca mejor empleado el término) y les preguntan específica e inequívocamente por la existencia de un acuerdo, lo sensato es aceptarlo. Pero, claro, es muy difícil hacerlo si lo acordado es indefendible. Porque lo indefendible es inmoral y se vuelve, casi siempre, inconfesable. Y los líderes del PAN y los del PRI mintieron flagrantemente. El panista mintió al decir categórica y descaradamente que no había habido ningún arreglo; la priista mintió al negar con desfachatez que el arreglo se dio a cambio de la aprobación del paquete fiscal.
Pero no sólo los dirigentes partidistas han sido exhibidos en esta bochornosa feria de falsedades. El ex secretario de Hacienda, el secretario de Gobernación, los gobernadores inmiscuidos y varios miembros del Congreso forman el reparto del vodevil. Y qué decir del Presidente de la República, cuyas aseveraciones son absolutamente inverosímiles. Es evidente que estuvo enterado de todo, que aprobó todo y que después mintió en la más rancia tradición presidencialista de proteger “la investidura”, negando su conocimiento de las negociaciones y enmascarando su postura frente a las alianzas electorales: eso de desmarcarse de ellas por interpósito secretario, o de decir él mismo que fueron decisiones de su partido y expresar sus reservas para salvar cara en caso de que terminen derrotadas, es simple y llanamente una farsa.
¿Es válido negociar un acuerdo por el cual un partido ofrezca no formar alianzas y otro se comprometa a aprobar un incremento de impuestos? Para no pontificar a título personal, apuesto doble contra sencillo a que la convicción de la inmensa mayoría en México y en el mundo es que no se vale bolsear de esa manera a la gente. ¿Es inteligente? Tampoco, porque las probabilidades de que se incumpla el compromiso, de que se sepa lo ocurrido y se genere descrédito son muy altas. Dejemos de lado por un momento las consideraciones morales para detenernos en la pregonada astucia de los personajes involucrados. ¿A quién se le ocurre poner por escrito y firmar un convenio de esa naturaleza? El PRI habría conseguido, con una declaración pública de la dirigencia del PAN, el mismo efecto que logró con un papel como ése, cuyas consecuencias legales son nulas. Por eso es penoso este episodio, porque lo que hicieron ni es ético ni es eficaz. Y por eso no faltará ahora quien se erija en profeta para predicar el nuevo evangelio de la política mexicana: chamaqueaos los unos a los otros, como yo os he chamaqueado.
Entre nuestros seguidores de la realpolitik es una perogrullada aquello de que la honestidad impone una gran desventaja a quien la practica. Y tienen razón, porque aquí es muchísimo más fácil para el corrupto volverse poderoso. Pero si le damos a la palabra castellana la connotación de la anglosajona honesty, que alude a la franqueza y la transparencia como fundamentos de la honradez, las cosas se ven de otra manera. Al menos yo estoy convencido de que en estos tiempos de abundancia y accesibilidad de información, la hipocresía pierde rentabilidad política: el beneficio de ser menos vulnerable y más creíble siendo franco y transparente empieza a ser mayor que el costo de no tener a la tenebra en la caja de herramientas.
En este país la ley está hecha para castigar el descuido más que la deshonestidad. Y tiene que ser la sociedad la que cambie las cosas, la que exija que el derecho sea un instrumento para revertir las condiciones de juego y lograr que jugar sucio sea desventajoso. Pero mientras tanto, mientras empujamos a nuestros legisladores a acercar la norma a la realidad, superemos la amnesia colectiva que nos aqueja, recordemos quién es quién y castiguemos con el desprestigio a los políticos que mientan. Que sean la opinión pública y el electorado los que se encarguen de vetar a los mentirosos. Ya es hora, ¿no?
http://www.exonline.com.mx/diario/editorial/885808

Mis razones
César Nava
Se me ha acusado de faltar a la verdad. Se ha pretendido generar entre la opinión pública la convicción de que lo reprobable no es que el PRI y Peña Nieto hayan abusado de su posición mayoritaria en la Cámara de Diputados y hayan pedido un salvoconducto electoral para el Estado de México. O que lo censurable no es que ellos mismos hayan incumplido su parte en el acuerdo en apenas seis días, dejándolo así, sin efectos. O que lo deplorable no sea que el propio peticionario y beneficiario del acuerdo haya faltado a un principio elemental de la política y de toda actividad humana, esto es, que haya violado ante las cámaras de televisión el principio de confidencialidad que regía este acuerdo y muchos otros que se celebran todos los días en todos los órdenes de la vida pública y privada de este país.
Quizás erré al confiar dos veces en la buena fe y el sentido del honor de Peña Nieto, al no exigir que constara por escrito la obligación del PRI de apoyar la aprobación del paquete de ingresos en el Congreso y al negar la existencia del acuerdo.
Sobre lo primero, ha quedado evidenciada la realidad. Ya el secretario de Gobernación ha confirmado que en todo momento estuvo de por medio el compromiso de ese partido de apoyar la aprobación de la Ley de Ingresos en el Senado. La negación de la presidenta del PRI y el silencio de Peña Nieto no hacen sino mostrar con toda crudeza la contradicción en la que se encuentran: ofrecieron algo que nunca estuvieron dispuestos a cumplir, tan no lo estuvieron que ni siquiera hicieron partícipe al coordinador de sus senadores de este convenio.
Por lo que hace a la publicidad del acuerdo, si en un primer momento negué la existencia de este pacto fue precisamente en aras de proteger un bien superior, la lealtad a la palabra dada como principio rector de toda relación política, como cimiento y cemento de la confianza entre las partes. La conducta del gobernador lo mimetiza a la cultura de la falsificación que sembró y practicó el PRI durante setenta años para la consecución, la conservación y el acrecentamiento del poder. Sería oportuno recordarle la histórica cita de Churchill: “Usted debe mirar a los hechos, porque los hechos lo miran a usted.”
Si pudiéramos resumir en unas cuantas palabras el proceder del gobernador del estado de México, diría: Primero, pidió el acuerdo. Luego, lo incumplió. Después, lo divulgó. Y ahora, guarda silencio.
He asumido a cabalidad la responsabilidad personalísima de suscribir el acuerdo y las consecuencias de hacerlo público una vez que he sido liberado de mi obligación de reserva. He dicho toda la verdad sobre este capítulo de finales del año pasado. No puedo aceptar por respuesta ni el silencio ni la falsedad.
Lo he dicho y lo reitero, no trabajo para mi causa personal. Siembro para que otros cosechen. He tomado las decisiones que estimo necesarias para darle al país la posibilidad real de una elección entre dos proyectos de nación en 2012. En este camino, entre la opción de pagar un costo individual y la alternativa de preservar un bien superior, optaré siempre por ésta. Lo hice, lo hago y lo seguiré haciendo con la certeza de que, al final, el prisma de la verdad reflejará su luz sobre la escena pública y hará, como escribió el maestro Sabina, que las verdades no tengan complejos y las mentiras parezcan mentiras.
http://www2.eluniversal.com.mx/pls/impreso/version_imprimir.html?id_nota=47616&tabla=editoriales

Por un Ejecutivo fuerte
María Amparo Casar
En las exposiciones de motivos de las iniciativas de reforma política domina la idea de que la ciudadanía se siente alejada de la política y decepcionada de los gobiernos y las instituciones democráticas.
Conscientes de que un sistema sin apoyo y aprecio es peligroso, se plantean reformas que dicen empoderar al ciudadano. Abrirle cauces de participación a través de la reelección y las candidaturas independientes pero muy particularmente por la vía de la democracia directa: iniciativa ciudadana, plebiscito, referéndum y consulta popular.
Me temo que por más que estas últimas fueran adoptadas poco harán por acercar al ciudadano a la política, represtigiar la democracia o generar el anhelado apoyo.
Parten de un dudoso diagnóstico en el que los ciudadanos quieren intervenir cotidianamente en la toma de decisiones. Que tienen el tiempo, las ganas y la información para estar decidiendo si la Compañía de Luz y Fuerza debe desaparecer, si debe construirse una refinería en Hidalgo o si se firma un tratado de libre comercio con Brasil. Pero si para eso están los políticos. Los mecanismos de democracia directa no pueden aspirar a ser más que complementarios de un sistema de gobierno y la eficacia de un gobierno rara vez depende de las grandes decisiones que son las que se ponen a votación directa por parte de los ciudadanos.
Según las encuestas lo que los ciudadanos quieren son más y mejores servicios, más y mejores oportunidades, más y mejores empleos, más y mejores ingresos, más seguridad. Todo esto se logra con decisiones que los políticos tienen que tomar a diario; con decisiones para promover la inversión, la distribución del gasto, la ampliación de infraestructura, la competencia, la bancarización o la legalidad.
Aquí está el nudo que atora la falta de competitividad del país y por tanto el insuficiente crecimiento y por tanto la falta de empleos, ingresos, oportunidades y servicios y por tanto el desencanto de los ciudadanos con la política y quiénes están a su cargo.
El problema está en que las decisiones se tomen y -si se puede- que se tomen correctamente. No hay sistema de gobierno -ni autoritario ni democrático- que garantice la toma de decisiones "correcta" pero sí normas que facilitan o impiden la toma de decisiones. El nuestro las dificulta. Ni crea mayorías para que durante el mandato presidencial el partido del Presidente fije la agenda y tome decisiones, ni cuenta con los mecanismos que destraben los desacuerdos, favorezcan la colaboración o castiguen la inacción. Las dos cosas pueden propiciarse a través de una reforma política.
Pero los partidos no están de acuerdo ni en una ni en otra solución. Habiendo por fin alcanzado la pluralidad política veo difícil y también inconveniente intentar limitarla. Pero aun si ésa fuera la intención, las medidas para crear mayorías propuestas por el Presidente y el PRI son tímidas: elecciones para el Legislativo coincidentes con una segunda vuelta presidencial y disminución de 100 diputados plurinominales. Además, el PRD se opone a ambas.
Pero cabría actuar del lado de la eficiencia. El presidente Calderón ha planteado algunos mecanismos para facilitar la toma de decisiones como la iniciativa preferente y el veto parcial. La propuesta no es demasiado arrojada. Otros sistemas presidenciales democráticos otorgan a sus ejecutivos muchas más facultades: convocar a sesiones extraordinarias del Congreso, poderes de emergencia, iniciativa exclusiva y referéndum presidencial.
El problema aquí es que somos presa de uno más de los atavismos de la política mexicana. Aun en el nuevo contexto democrático con pluralidad y contrapesos reales se identifica la fortaleza del Poder Ejecutivo con la discrecionalidad, arbitrariedad, ilegalidad e incluso la impunidad del Presidente. El PRI y PRD no se animan a dar el paso a un sistema parlamentario pero tampoco a hacer más eficaz al presidencial. No sólo no quieren hablar de fortalecer al Ejecutivo, quieren acotarlo aún más: ratificación de gabinete, poder para que el Congreso destituya a los secretarios de Estado, autonomía del Ministerio Público, aprobación del Plan Nacional de Desarrollo, iniciativa preferente sin dientes.
Fortalecer al Ejecutivo no significa darle una carta en blanco para que gobierne de manera despótica. Toda nueva facultad puede y debe acompañarse de rendición de cuentas. Un presidencialismo fuerte no equivale a un presidencialismo autoritario.
Si no se quieren reglas que alienten la formación de mayorías ni reglas que propicien la toma de decisiones entonces qué: ¿otra década más en la indefinición?
 http://www.reforma.com/parseo/printpage.asp?pagetoprint=../edicionimpresa/notas/20100309/editoriales/1163648.htm&eimp=1