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lunes, 4 de mayo de 2009

Resumen Cultura, 4 de mayo

Impresos

Milenio / Cultura / 4 de mayo de 2009

Mejora Mario Benedetti, abandona sala de cuidados especiales

El escritor uruguayo Mario Benedetti fue cambiado a una sala común desde la de cuidados intermedios o críticos, informó el sábado la doctora María del Huerto Brotos. Ha desayunado bien y se mantiene lúcido", dijo Brotos, en su informe habitual como portavoz del sanatorio Impassa, en donde el autor está internado desde el 24 de abril.

Benedetti, de 88 años, fue hospitalizado grave con una patología digestiva crónica, a lo cual se suma una enfermedad respiratoria y sangrado de colon, de acuerdo al parte médico del 28 de abril.

Precisó que aún "no se ha pensado por ahora que pueda ser trasladado a su domicilio".
Benedetti, es autor de decenas de obras literarias. "Testigo de uno mismo" fue su más reciente libro de poemas publicado el año pasado.

También escribió "La tregua" en 1960, una novela que se tradujo a 19 idiomas, fue llevada al cine, teatro, radio y televisión, que engloban una toma de conciencia frente a sociedades en crisis. Junto a "Gracias por el fuego" editado en 1965, significaron la incorporación de Benedetti al auge de la novela latinoamericana de aquellos años.

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Milenio / Cultura / 4 de mayo de 2009

“La entrevista es una pequeña obra de teatro"

Cristina Pacheco recuerda: en sexto año de primaria participó en un concurso nacional de oratoria animada por una maestra que al conocerla le dijo: "Sé que eres muy traviesa, también que te gusta actuar y escribir. Yo te voy a enseñar disciplina. Me vas a odiar pero me lo vas a agradecer".

Pasó todas las etapas y llegó a la final del certamen, que se realizó en el Pasaje Catedral. Fue un día difícil, lleno de adversidades, obtuvo el tercer lugar, que ella tomó como un fracaso. Una estación de radio invitó a los participantes para entrevistarlos y Cristina preparó un escrito contando todos los incidentes de aquel día. Ése fue su primer texto. —Desde entonces —dice— me gustó y no he parado de contar historias.

¿Por qué su predilección por la entrevista como género periodístico?

Porque conocer la vida humana es lo más apasionante que existe. Una entrevista nos permite acercarnos a una persona y descubrir sus misterios, saber, por ejemplo, cómo hace sus cuadros un pintor. Hay una tela vacía, pero cuando el hombre da el primer brochazo una cosa más comienza a existir en el mundo, y como eso todo lo demás; el quehacer humano es fascinante, la vida humana es embriagadora, aun la que parece más pequeñita.

¿Qué diferencias encuentra entre una entrevista escrita y una para radio o televisión?

La entrevista escrita es una pequeña obra de teatro, un drama. Para mí, debe tener una entrada, un acercamiento a los temas centrales y luego una salida, sin dejar cabos sueltos. Y tiene que ser escritura, no transcripción. Hay que limpiarla lo más posible, darle un ritmo, un color y, sobre todo, nitidez, eso importa mucho. En la entrevista escrita uno convierte a la persona en personaje, eso es pura literatura.

¿Y en la televisión?

Es una velocidad completamente diferente. En la televisión el tiempo pasa y sé que no puedo dejar pausas —aunque a veces me gusta hacer alguna—. La escritura es muy lenta. En la escritura de una entrevista me tardo una semana, cuando menos.

¿Por qué insiste en que sus entrevistas en Canal Once sean en vivo?

Porque tienen un ingrediente fascinante, que es la presencia del público. Quiero que el entrevistado sienta al público y se comunique con él. El programa se vuelve un estímulo para la conversación, que desafortunadamente se está perdiendo. Nadie tiene tiempo para hablar, entonces ese día nos lo damos y podemos hablar con los mejores. Este programa es un canto a la inteligencia, a la generosidad de quienes nos hacen sentir orgullosos de ser mexicanos; es un canto a la constancia. Los grandes creadores no se hicieron de lunes a martes, se hicieron trabajando. Es un canto al trabajo.

¿Qué importancia tiene la libertad en lo que usted hace?

Siempre que voy a comenzar a trabajar en alguna parte y me preguntan qué necesito, les digo: libertad y confianza. Necesito libertad. Si usted tiene miedo, no puede pensar. Lo peor que le puede suceder a un periodista es que le frenen su libertad, porque entonces lo que haga saldrá deforme, pastoso, aburrido y, lo peor de todo, falso. Quizá por eso
me gusta tanto hacer el programa en vivo, porque se ve que no es falso. Tiene errores, aunque trato de no cometerlos, pero eso sucede en una conversación y le hace ver al público que esos hombres y mujeres maravillosas que han ido a mi programa son exactamente como nosotros.

¿Tiene futuro la prensa escrita?

Yo no soy teórica, pero creo que nada puede terminar con el periodismo escrito, al que se le ve tan amenazado por internet. Para mí, ningún placer es igual a tomar un periódico en la mañana, sentir sus hojas, olerlo. Yo agarro mi periódico, le doy la vuelta, lo empiezo por arriba, por abajo, lo recorto, lo marco, es totalmente mío…

¿Dónde encuentra el tiempo para continuar en el periodismo sin abandonar la literatura?

No lo desperdicio, junto de poquito y tengo una disciplina: escribo invariablemente de cuatro y media o cinco de la tarde a ocho de la noche, casi le podría decir que contra viento y marea. Eso se lo aprendí a Mario Vargas Llosa. Cuando lo conocí, hace muchos años, él me dijo "Yo me siento en la máquina y jugueteo con las teclas a ver qué pasa, algo tiene que pasar, pero si no pasa nada, no importa, yo estoy ahí".
Eso es lo que yo hago; rompo muchas cosas, tiro muchas cosas, otras las dejo inconclusas, pero diariamente estoy ahí, frente a la computadora.

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