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martes, 21 de julio de 2009

La Jornada Jalisco/ 20 de Julio de 2009

La magia del voto nulo
Mauricio Ferrer

Estoy realmente sorprendido con lo que pude vivir el sábado pasado en el auditorio Pedro Arrupe del ITESO, donde decenas de organizaciones promotoras del voto nulo de más de una docena de estados del país lograron entablar la articulación de un movimiento ciudadano que no cuenta con una formación legislativa pero que, a manera de asamblea, pudo tomar decisiones de forma democrática aún con algunas pequeñas discrepancias que, desde mi punto de vista, fueron secundarias, aun cuando algunos medios pretendan llevarlas como “la nota” de esa jornada.
¿Por qué sorprende tanto a algunos que haya desacuerdos en una asamblea con cerca de 200 participantes? Las hay en San Lázaro con 500 personas, de las cuales sólo unas 80, aproximadamente, son la voz y el resto se dedica a levantar la mano. Y nadie dice nada. Quizá es la costumbre de ver a los políticos tomar tribunas, no tomarlas, ponerse en huelga de hambre, aventarse sillas, etcétera.
Pero cuando la discusión y la dimisión provienen de un nuevo sistema de poder ciudadano, la mayoría pega el grito en el cielo.
El sábado, la discusión, el debate entre ciudadanos que no tienen una experiencia legislativa tal cual, se centró en llevar o no llevar propuestas a San Lázaro. Quienes estaban a favor, según mi punto de vista, tenían razón. Y quienes no, también.
Es válido que un movimiento empiece en las calles y que pretenda hacer cambios estructurales en el país. Pero también la forma de hacerlos es que ese movimiento se cristalice por la vía institucional y de acuerdo con las legislaciones correspondientes. Ahí está la Revolución Mexicana, que a final de cuentas logró instituciones pero que, por infortunios, se enfermaron de la corrupción de un régimen.
Es cierto que muchos temen que llevar las propuestas de los ciudadanos a un Congreso cada vez más podrido y desprestigiado puede causar cierto temor. Pero si no se hace, nunca sabremos si es por esa vía o no por la que hay que hacer los cambios que se requieren para cambiar al país
Y si al final de cuentas nos equivocamos a través de la vía jurídica, no importa. Es un ejercicio de prueba y error entre ciudadanos, y nadie más, más que nosotros mismos, podemos reflexionar sobre ello y buscar otras vías.
La decisión de que se lleven propuestas que seguirán naciendo de las asambleas subsecuentes de los anuladores de votos fue bien vista por 95 sufragios. Sólo unos 24 dijeron que no, que por ahí no era, que cómo era posible pactar con un Congreso al que anularon.
Se quiera o no, votar o anular se interpreta como un reconocimiento al sistema que hoy en México existe para contar con un gobierno. Es cierto, los gobernantes de hoy han dejado un sabor de boca amargo en la sociedad. Es despreciable la forma como la corrupción los viste, cómo la transa, el robo, el influyentismo son sus ornamentos cada día y cómo ven por debajo del hombro a quien le ha dado su voto de confianza.
Pero es eso el día de hoy, un voto de confianza. O bien, un voto nulo, que habla hoy pero que, estoy seguro, mañana será una acción contundente gracias a la presión que los civiles haremos.
“Mañana, la nota de los medios de la oligarquía será que hay ruptura”, señaló el sábado don Esteban Garaiz ante la decisión de sólo cuatro grupos de deslindarse de un movimiento. Pero también les expresó que las puertas estaban abiertas. Y están abiertas porque no es un movimiento que siga una visión ideológica de un partido político o un sindicato liderado por charros que exigen cuotas.
La doctrina de este movimiento es la experiencia: la de la represión, la del desempleo, de la falta de oportunidades, de la mordida de cualquier agente vial, la del basculeo de la policía, de la ama de casa a la que no le alcanza el chivo, la del chavo al que la escuela no le da lo que quiere, la de todo mexicano mortal, común y corriente, que no cuenta con un fuero como para hacer lo que quiera sin que haya consecuencias; la del mexicano al que le asaltan su bolsillo los banqueros; la del mexicano que no encuentra en su bolsillo dinero para gas, gasolina, medicina; la del mexicano que tiene el bolsillo desfondado, roto, a causa de una clase política ratera.
Creo que el movimiento del voto nulo, que hoy alberga a quienes se pronuncian por las candidaturas ciudadanas, por la relección, por la revocación de mandato, por la anulación de la boleta, por diferentes conceptos que tendrán que ser una realidad en las leyes mexicanas, no debe espantarse por si algunos se van o regresan.
A fin de cuentas, son un pequeño bebé democrático que está aprendiendo a caminar: se dará sus buenos trancazos y hasta chillará, pero no pasará de ahí.

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