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jueves, 19 de marzo de 2009

Vale la pena votar en 2009 (2)

por Allan Orozco Vélez

El domingo pasado se realizaron en el Distrito Federal, Zacatecas, estado de México y Morelos, las elecciones del PRD para elegir a los candidatos a diputaciones federales, asambleístas en la capital y jefes delegaciones; la contienda electoral estuvo plagada de “irregularidades” que algunos medios de comunicación documentaron y que el mismo presidente nacional del sol azteca, Jesús Ortega minimizó, señalando que fueron irregularidades muy “focalizadas”, posteriormente pidió “no generalizar los hechos”. Salta al recuerdo las pasadas elecciones, también internas al seno de la Revolución Democrática, donde se buscó elegir al dirigente nacional del PRD, contendiendo por Nueva Izquierda Jesús Ortega y por Izquierda Unida Alejandro Encinas; luego de seis meses de disputas y diversas impugnaciones, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación proclamó a Ortega como presidente nacional del PRD, dando al bando de “los chuchos” el poder central de dicho partido. La elección, además de dejar a Ortega en la dirigencia, significó una nueva ruptura entre las diversas tribus aglutinadas en éste partido así como un desprestigio tremendo que arrojó al PRD (también con las acciones de resistencia civil pacífica encabezadas por López Obrador) al tercer lugar en preferencias electorales, luego de que en 2006, el sol azteca se ubicó como la segunda opción en las preferencias electorales.

Apenas hace casi dos meses, aparecieron en la televisión diversos espots electorales, entre ellos uno del PRD que llamaba la atención (además de por su poca visión) porque presentaba a una niña cocinando con el flamante dirigente chucho, un platillo de grotescas proporciones llamado “El nuevo PRD”; entre los ingredientes estaban la honestidad, la tolerancia, el respeto, la transparencia y demás ingredientes faltantes en las despensas políticas mexicanas. Lo acontecido el domingo pasado en la capital, y particularmente en delegaciones como Gustavo A. Madero o Iztapalapa, significa, como apuntó el compañero Ballesteros Ávila (http://sintesisacatlan.blogspot.com/2009/03/la-eleccion-de-la-verguenza.html), la ausencia de una verdadera opción de izquierda en nuestro país, pues el acarreo de votantes, la compra de votos con efectivo o entregando despensas no son más que prácticas realizadas por el PRI. En la actualidad, los principales partidos políticos optan por mecanismos medianamente “distintos” para la selección de candidatos a puestos de elección popular; el tricolor, por ejemplo, acepta (no abiertamente) las trampas y reconoce como ganador a quien realice más trampas, es parte de su lógica; el PAN, consciente de la ausencia de una estructura para seleccionar candidatos opta por elegirlos a “dedazo” (desde la dirigencia nacional, bajo el visto bueno del presidente, otra vieja práctica priista); el PRD, en cambio, busca apegarse a las tesis de la democracia optando así por la elección de candidatos a través del sufragio directo, participando la militancia y simpatizantes no afiliados.

La práctica citada anteriormente (la del PRD) parecería en el papel, la mejor, la más apegada a los ideales democráticos, empero, en nuestro país no existe la estructura, ni partidista ni electoral, para poder realizar comicios abiertos al público en general, pues hacerlo de esta forma desemboca en actos como los vistos el domingo pasado, actos que desde ningún punto de vista son “menores” (se le prendió fuego a boletas, se robaron boletas, etecé).

Es notorio que al interior de los partidos existen diversas corrientes que buscan perpetuarse en el poder a como de lugar. Es también notoria la colusión de los intereses partidistas al interior de las autoridades electorales (el IFE y el IEDF, por ejemplo). Resulta lamentable que en un país cuya estructura política sea la democracia representativa, se realicen este tipo de actos por demás reprobables y que únicamente terminan por decepcionar al ciudadano consciente, aquel que no se vende ni por 200 ni por 500 pesos. Corresponde a la sociedad organizada elaborar algún tipo de protesta que señale a la clase política (que no está ciega, aunque parezca), la inconformidad de tal o cual sector de la población, acudir a las urnas el cinco de julio sería una vía, anular el voto y escribir en la plantilla alguna frase alusiva a la democracia me salta a la mente. Requeriríamos observadores que dieran fe de que los votos anulados fueron contabilizados.

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